No nos engañemos. No es fracaso escolar. No es acoso escolar. Es fracaso
social. ¿Por qué?
Llevo 27 años dando clase en diferentes institutos de educación secundaria.
La mayoría de esos años en institutos de la comunidad de Madrid. Los últimos
ocho años formando parte del equipo directivo de mi centro.
Veo cómo nos desenvolvemos diariamente entre un montón de situaciones que
necesitan una atención urgente y veo que no podemos dar la ayuda o las
respuestas que tanto alumnos como padres demandan de su centro educativo.
Necesitamos que nuestros hijos e hijas se sientan seguros y seguras en sus
entornos. Necesitamos de un contexto seguro, pero éste tiene que ser social,
porque no puede ser de otra forma. No basta con decretar normas, no es suficiente
que se cree la figura del coordinador de bienestar del centro educativo, no
basta con que se establezcan directrices para la apertura de protocolos de
acoso, de protocolos de desprotección, de protocolos de prevención del
suicidio, de detección de situaciones de riesgo, violencia de género, violencia familiar, explotación infantil, o
también dentro del ámbito más académico, protocolos de actuación ante el
desfase curricular, necesidades educativas específicas, desventajas socioeconómicas
y también culturales. Y en otro ámbito, pero como todo, relacionado, la
atención de necesidades psicológicas y físicas. No, no es suficiente, para
nada.
Porque si sólo hacemos decretos y normas y no vamos más allá, si no
evaluamos la situación, las necesidades o los contextos, no estaremos más que mirando
hacia otro lado, sin resolver nada y, entonces, cuando algo falle, y está
fallando, señalaremos al centro educativo, que no hizo nada, o no lo
suficiente. Siempre, el centro educativo.
Pero habrá que pararse a pensar qué debemos cuidar para no volver a fallar.
¿Qué tal si miramos hacia las familias, a su situación? ¿Qué tal si miramos
hacia los recursos humanos, la necesidad de psicólogos, terapeutas,
trabajadores sociales, médicos y, en general, personal sanitario, de
asistencia, de cuidado, de seguimiento, de prevención y ayuda, bueno y también
los profesores a los que cada vez se les exige más pero no se les apoya? Porque
los profesores necesitamos ayuda y tiempo para hablar con los alumnos y no lo
tenemos. Un profesor debe tener la formación adecuada para atender las
necesidades educativas de los alumnos, pero es una realidad cada vez más patente,
que un profesor necesita estar preparado para resolver y estar atento a otras
tantas circunstancias que rodean el aprendizaje y no lo estamos.
Los profesores y los centros educativos no estamos preparados. No tenemos
la formación ni el tiempo disponible en nuestras jornadas laborales para ello.
Sólo un ejemplo, el mío propio, doy clase a unos 150 alumnos, dos sesiones
semanales de 55 minutos a cada alumno. Ese es el tiempo académico que
disponemos, ellos y yo para aprender y conocernos. Dispongo de 55 minutos
semanales para poder hablar personalmente con sus familias. Quisiera hablar más
con cada alumno o derivarle a un servicio específico de orientación psicológica,
que no existe en los centros, porque los departamentos de orientación, que
están completamente desbordados, son de orientación académica y no pueden y no
están capacitados para atender las necesidades emocionales de los chicos.
Es imprescindible que evaluemos las necesidades y pongamos remedio en todos los ámbitos, no solo en el educativo. Los ayuntamientos, los servicios sociales, los servicios asistenciales. Las instituciones, las consejerías, los ministerios, todos tenemos que aportar y para ello es necesaria una estructura social de ayuda y atención. Pero hay que coordinar, creer en unos servicios públicos eficaces con financiación adecuada. No nos olvidemos de cuidar a las familias, que puedan atender a sus hijos, que puedan inculcarles valores y ofrecerles recursos para afrontar las dificultades que se les presentan. Empecemos a educar desde el afecto y el tiempo. Ganemos la batalla a las redes sociales e internet. Demos más valor a crear lazos afectivos y seguridad emocional. Contextos de protección.
Acciones y recursos para ello.
Trabajemos en coordinación y con dedicación. No les fallemos prometiéndoles una seguridad
que no hemos construido aún o que no hay intención de construir, tan solo de
aparentar.
Podremos seguir buscando culpables del fracaso, del acoso escolar o de la
creciente tasa de suicidio entre adolescentes, pero es la sociedad, en su
conjunto, la que debe hacer una reflexión para poder ponernos manos a la obra.
Móstoles 25 de febrero de 2023
Pablo Navarro Hevia
Jefe de Estudios Adjunto y profesor de dibujo en el IES Velázquez de
Móstoles. Artista Plástico.
Madrid.
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