Gerhard Richter

Gerhard Richter

jueves, 17 de noviembre de 2016

reflexiones sobre la convivencia escolar

Unos cuantos profesores estamos participando en un curso masivo on line sobre convivencia y prevención del acoso escolar.

Esta es una entrada del blog en la cual reflexiono sobre algunos casos hipotéticos de acoso escolar planteados en el curso.

Tengo ante mi el reto de estudiar y evaluar cuatro supuestos.

Para empezar debo decir que no me atrae lo más mínimo como profesional de la educación analizar unos informes completamente ajenos donde no conozco a nadie, no conozco el entorno escolar, ni a la comunidad educativa, ni a los niños.

Me parece evidente que en el primer supuesto se establezca siempre como una de las medidas el hablar con la víctima o supuesta víctima.

Creo que lo más importante es tener tiempo y ganas de escuchar a los demás. conocer a tus alumnos. Realizar sociogramas y tests está muy bien, pero, sobre todo, pasa tiempo con tus alumnos, pregúntales, en grupo, en pequeños grupos, por parejas.

Identifica qué carencias observas, qué grado de sociabilidad tienen. Esto está reflejado en el test y es un dato muy valioso: ¿cuántos amigos tienes?

Mejorar las relaciones interpersonales es una capacidad más que todos debemos trabajar. Nuestra habilidad de comunicación, nuestra seguridad y autoestima son factores esenciales en nuestro desarrollo madurativo e influyen totalmente en cómo nos vamos construyendo y en cómo nos ven los demás.

Por tanto, para mí, lo fundamental es conocer a mis alumnos, conocer cómo son y cómo se relacionan. Los tests me pueden ayudar, sobre todo al principio cuando aún no he tenido tiempo de verles interactuar, de verles jugar, de escucharles.

Creo que por tanto generar un clima de diálogo en el aula, de confianza y de participación es una de las bases fundamentales para prevenir cualquier tipo de maltrato en la escuela.

Abro el segundo informe, aparecen unas estadísticas diabólicas. Gráficos y diagramas que asustan, asustan por la forma y también por el contenido.

Parece que tengo que analizar un caso de acoso urgente y grave, pero ¡cómo no me he dado cuenta antes? ¿cómo es posible que esté pasando esto en mi clase?

Así que mi reflexión ante este segundo caso es que hay que estar atentos a lo que nos rodea. Necesitamos entrenar nuestros sentidos en poder captar cuándo alguien lo está pasando mal.

Y hablar, no sólo con la víctima, por supuesto también con los supuestos acosadores y con el grupo. Evitar que el grupo calle. Hacer que el grupo sea consciente de lo que puede provocar su silencio o su condescendencia. El grupo como apoyo. El grupo que deslegitima el poder del acosador.

En el tercer informe debo decir que ya empiezo a estar un poco cansado de tanto número estadístico. No conozco a estos chicos y no veo que tengan ningún problema. ¿quiere decir esto que no hay nada que hacer?, pues no. Habrá que prevenir. Habrá que hacerles reflexionar y ponerles en situación y debatir y trabajar la empatía. (En todos los grupos hay que prevenir, que es educar, haya o no problemas de aislamiento, bullying, acoso, insultos, racismo, etc,...)

Y llego al último informe. Una situación de riesgo clara. Un alumno que no tiene amigos, que no sabe relacionarse y que cuando se relaciona mete la pata. Aún no sufre acoso, pero tiene todos los boletos. Y aunque no sufra aún acoso está claro que necesita ya ayuda. de nuevo entra en juego el diálogo y la participación. Desarrollar habilidades de comunicación. ¿Cómo puedo resolver un pequeño conflicto con mi compañero? ¿qué herramientas puedo disponer para cuando tenga que enfrentarme a una situación que no me gusta? Creo que poniendo en práctica dinámicas de dramatización y juegos de roll podemos ayudar muchísimo a que nuestros chicos se entiendan mejor y se abran al grupo, que ganen autoestima, seguridad en sí mismos y descubran que pueden comunicarse de muchas maneras, pueden aprender a mirar, pueden aprender a moverse y a utilizar muchos lenguajes. Al final todo esto es bastante más importante que otras capacidades o inteligencias.

No es nada nuevo hacer hincapié en la inteligencia emocional, pero ¿qué hueco le estamos dejando en nuestro modelo educativo?